Émir Kusturitzá andenou Smokin Orkéstra
Los vicios tienen un origen. En este caso -siempre a la responsabilidad sobre los vicios hay que patearla para afuera, si no el vicio no es completamente un vicio- la cupa la tuvo Fausto, que cayó un día al local con la banda de sonido de una película.
"Underground" decía en la tapa. Kusturica dirigía el film, un tal Bregovic a cargo de la banda de sonido. Y estaba bueno, el disco.
Años después, me compré el disco, en Bariloche, como recuerdo de unas vacaciones que contar acá mucho al caso no viene. La cuestión fue que ese mismo año, en el 2001, vi por la calle unos terribles cartelazos que aunciaban que el tal Kusturica y la No Smoking Orchestra tocaban en La Trastienda. No entendí qué hacía un tipo que dirigía películas encabezando una banda guitarra en mano, así que entré al laburo, y me puse a investigar. No me importaba mucho quienes eran, sino qué hacían. Unos 20 emepetreses más tarde llegué a varias conclusiones, entre ellas las siguientes: "qué polenta tienen estos tipos", "quiero TODOS los discos", "si me pierdo este recital soy una imbécil" y "me queda poco tiempo para juntar la guita de la entrada".
Allá estuve, fila 5, haciendo pogo con desconocidos -muchos de los cuales habían ido a ver al Director de Cine y no entendían tres pomos qué hacían ahí- mientras Sparavalo le daba al violín como si éste fuera un arma y con él quisiera asesinar a todos los presentes, Nelle se subía a una escalera para cantar "Upside Down" y regar a todo el público con agua desde arriba, y el sr. Emir... hacía de cuenta que tocaba la guitarra (seamos sinceros: como músico, es un excelente director de cine).
La alegría que experimenté en ese recital me duró más o menos cuatro meses, completa verdad lo que digo. Pensé que ya había visto el mejor recital de mi vida, que era raro que fueran a venir de vuelta, y peor todavía después del desastre del dólar: no unza unza time in Buenos Aires any more. Los discos los escuché durante cuatro años, hasta hartar a vecinos, parientes y contagiar a la Mantantirulita, pronunciando bestialmente el bosnio de las letras y gritando pedazos sueltos de los temas en inglés.
Ayer volvieron. Masificados, con seguidores y con el mismo nombre, un nombre que desmerece por completo a la banda; para mí son La No Smoking Orchestra y Emir Kusturica.
Faltaron algunos temas ("Daddy, don't ever die on friday", justo ese no tocaron, el corazón del unza unza), pero presentaron disco nuevo -adivinaron, banda de sonido de la última película del sr. Emir- y el Luna Park estaba hasta la manija de gente que coreó -como pudo- "Bubamara", "Upside Down", "Was Romeo Really a Jerk?" y "Pitbull Terrier". ¿Los temas nuevos? Fueron escuchados con muchísima atención por parte de los hipnotizados concurrentes.
La srta. a mi izquierda estaba totalmente capturada por lo que estaba presenciando. La noté tan concentrada que me dio nosequé en cierto momento hacerla parar para saltar un poco. (De más está decir que yo no pude quedarme quieta del todo en la butaca durante las dos horas del recital). La señorita a mi derecha no sabía qué hacer primero: si aplaudir, abrir los ojos, sonreír o saltar. En fin, fue el recital del año. Todo lo que venga después, será moco. A menos, claro está, que venga Pink Floyd, cosa de la cual dudo bastante.
Te cuento la última: me dí cuenta de que soy de mirar a los de alrededor para ver qué cara ponen respecto de lo que están participando. Sí, como el famoso chiste. Había una tipa de seguridad que se la pasó con cara de tujes durante todo el recital, como si no le llegara nada de lo que estaba viendo. Llegué a la conclusión de que debe ser muy buena en su trabajo.
Si alguien sabe dónde puedo conseguir unas zapatillas como las de Emir, chifle. Sí, esas con lucecitas chiquititas abajo. No, no soy mersa. Ah, y pelis de Kusturica, jamás ví ninguna.
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